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kabalah Tzvi ben Abba Shaul
Blog de kabalah. Filosofia milenaria hebrea .Maestro y kabalista Tzvi ben Abba Shaul.Arava Israel.facebook.Kabalah Consultoria Gratuita
24 de Diciembre, 2009 · General

Arbol del Conocimiento del Bien y del Mal

El kabalista es aquél que ha trascendido el "Mundo de la Separación" (correspondiente al Arbol del Conocimiento del Bien y del Mal) y se ha conectado al "Mundo de la Unidad" (el Arbol de Vida). Habiendo armonizado sus elementos, se ha vuelto el elemento único que unifica a todos los demás.introduccion maestro Tzvi ben Abba Shaul Cada uno puede llegar a ser un KABALISTA en el nivel que le corresponde. En la medida en que una persona se desarrolla espiritualmente y alcanza dominio sobre su cuerpo sus cuatro elementos puede merecer el título de KIBEL .kabalista en ese nivel. Esto se aplica incluso a aquél que se encuentra en un nivel espiritual relativamente bajo. Todos, sean cuales fueren los niveles en los cuales se encuentren, tienen el poder de armonizar los cuatro elementos dentro de sí mismos. Pueden alcanzar un "Pacto de Paz" y una total armonía entre su cuerpo y su alma Aunque cada persona está constituida por los cuatro elementos, hay cuatro raíces principales, correspondientes a las cuatro letras del Tetragrámaton. Cada individuo tiene su raíz en una letra particular más que en las otras. Y correspondiendo a esto, se encuentra enraizado también en el elemento específico y en el rasgo de carácter que deriva de esa letra. A esto se debe la tremenda diferencia que encontramos en el temperamento de la gente. Algunos temperamentos tienen su raíz en el fuego, otros en el aire, algunos en la tierra y otros en el agua. Lo más importante es armonizar sus diferencias, pues cuando se hace hincapié en la diferencia más que en la armonía, la lucha y el conflicto se vuelven la norma y las personas se oponen unas a las otras. Esta controversia reverbera en sus elementos básicos, causando así una desarmonía Arriba. Como resultado, el mundo sufre destrucción y enfermedadLa naturaleza nos muestra una multitud de objetos distintos formados por diferentes materiales y, a la vez, vemos la desintegración de muchos de estos cuerpos: las montañas sufren la erosión del viento y del agua, que convierten en polvo lo que fueron inmensas piedras, la materia orgánica que forma a los seres vivos se degrada en componentes microscópicos por la acción de bacterias y otros organismos. ¿Hasta qué punto puede llegar en la desintegración de un objeto material? Si tomamos una hoja de papel y la rompemos una y otra vez obteniendo en cada corte trozos más y más pequeños, ¿hasta dónde podrá continuar el proceso? Esta pregunta la formularon los griegos (y probablemente también otras civilizaciones) hace muchos siglos. Algunos, como Aristóteles, creían que el proceso de división de algo material era infinito, o dicho de otro modo: afirmaban que la materia es continua. El espacio entre los astros estaría ocupado por la materia más sutil y perfecta: el éter.Aristóteles afirmaba que el espacio está completamente lleno de sustancia y, por consiguiente, que el vacío no existe. Por otro lado, Demócrito, que nació algunos años antes que Aristóteles, postulaba que al dividir un cuerpo material se podría llegar (con instrumentos con los que él no contaba) a obtener una porción mínima de materia que ya no sería divisible. A esta partícula la llamó átomo (palabra que en griego significa precisamente “no divisible”) y a su postura se la llama atomismo. Ciertamente, estas conjeturas no estaban respaldadas por ningún tipo de experimentación y se debatían sólo en el ámbito del pensamiento abstracto al que los griegos eran tan proclives.Demócrito afirmaba que “lo único que existe son los átomos y el vacío”. En todos los tiempos, para los que creían en la existencia del átomo fue una cuestión fundamental estimar cual sería, aproximadamente, su tamaño. Los antiguos ya habían notado que con una pequeñísima cantidad de tintura podía teñirse una inmensa cantidad de agua. Esto les daba la pauta del increíble número de átomos presentes en una pequeña porción de materia Pero hubo que esperar hasta el siglo XVIII para obtener números que aproximaran un orden de magnitud para el tamaño del átomo. Hubo varias experiencias similares, entre ellas, la de Benjamín Franklin (1706-1790), quien en 1773 notó que una cucharada de aceite (unos 4 cm3 de volumen) derramada sobre la superficie tranquila de un lago se extendía abarcando un área de 2.000 m². A partir de esto dedujo que el tamaño de la molécula de agua no podía superar el valor: 4cm3/2.000m² 2.1O-7 cm. El valor promedio que actualmente se acepta para el tamaño del átomo es 10-8 cm. A lo largo de la historia, el atomismo pasó por largas etapas de olvido y resurgió con fuerza en otros momentos. Inicialmente, mientras las ideas de Aristóteles marcaban el camino del conocimiento, el concepto de átomo fue dejado de lado. Pero a medida que la Física y la Química se fueron afirmando como ciencias, la existencia del átomo salió del ámbito de la especulación filosófica y surgió como necesaria a partir de la investigación de la materia, pero con características diferentes de las que Demócrito le había asignado. El átomo, tal como se lo conoce en la actualidad, ya no es una microscópica esferita sólida, indivisible, eterna e inmutable, sino que tiene una estructura interna cuya complejidad aún no termina de desentrañarse.De todas maneras, todavía a principios del siglo XX la teoría atómica estaba en discusión y eminentes científicos (entre ellos, el Premio Nobel de Química Wilhelm Ostwald consideraban al átomo como una ficción muy poderosa, pues explicaba muchos de los comportamientos macroscópicos de la materia, a la cual no podían dar crédito.
Los primeros elementos:Tierra, Aire, Agua y Fuego

Una cuestión que sigue lógicamente a la postulación de la existencia de los átomos es la siguiente: ¿Existe un solo tipo de átomos que forman, según su disposición, todas las sustancias conocidas, o existen muchas variedades diferentes? Y si hay muchas variedades, ¿cuántas son? ¿Y en qué se diferencian los distintos átomos?

Así como la enorme cantidad de palabras de un idioma se arma a partir de unas pocas decenas de letras, todos los objetos que podemos conocer ¿estarán formados a partir de unos pocos constituyentes elementales?

Si prendemos fuego a un trozo de leña verde veremos que, a medida que la combustión avanza, el liquido (savia) en su interior burbujea, emanan vapores y, finalmente, cuando el fuego se extingue, sólo queda un polvo oscuro. Probablemente fue basándose en observaciones de este tipo que muchas de las civilizaciones antiguas, entre las cuales surgió la pregunta por los constituyentes elementales de la materia, llegaron a una respuesta similar: todos los cuerpos están compuestos por sólo cuatro constituyentes elementales: agua, aire, tierra y fuego. De acuerdo con esta concepción, las distintas sustancias que existen se diferencian según la proporción en que está presente cada elemento.

Algunos asociaban distintas formas y tamaños con los átomos de cada elemento: por ejemplo, los átomos de agua serían esferitas perfectas que les permitirían deslizarse unas sobre otras, mientras que los de tierra tendrían formas irregulares que los ayudarían trabarse entre sí dando más rigidez a la sustancia de la que participaran.

Aristóteles, en particular, adhería a esta teoría, pero agregaba un quinto elemento o quinta esencia: el éter, que formaba la esfera celeste.

Es interesante notar que existe un paralelismo entre los cuatro elementos y las formas en que la materia puede presentarse:

FUEGO------>ENERGIA
AGUA------>LIQUIDO
TIERRA------>SOLIDO
AIRE------>GASEOSO
Fuego ~- Energía

El concepto de estos cuatro elementos primordiales fue mantenido durante siglos. Los egipcios y los árabes experimentaban y manipulaban sustancias en busca de combinaciones útiles para ramas tan diversas como la Medicina, los cosméticos, la metalurgia o el embalsamamiento. En Europa, durante la Edad Media, los alquimistas fueron los herederos de esta tradición. La idea básica que manejaban era la de la transmutación. Esto implicaba la alteración de las proporciones de los cuatro elementos fundamentales presentes en una sustancia para obtener otra diferente. Si bien la Alquimia, con su dosis de magia y sus métodos primitivos, estaba muy lejos de poder lograr su objetivo, permitió la producción y el reconocimiento de muchas nuevas sustancias (arsénico, cinc, bismuto, fósforo; los ácidos sulfúrico, nítrico y clorhídrico; las sales carbonato de sodio, sulfato de amonio y sulfato de sodio; etc.) y sentó las bases de lo que sería más tarde la experimentación química. Por otro lado, la idea de transmutar una sustancia en otra no era disparatada, y siglos más tarde los científicos modernos pudieron llevarla a cabo en sus laboratorios.
uego, Aire, Agua, y Tierra

…"Existen cuatro elementos básicos que conforman el mundo material: fuego, aire, agua y tierra. El Ari explica que estos cuatro elementos corresponden a las cuatro letras del Tetragrámaton..." (Etz Jaim 42:3).

Tetragrámaton 
Elemento
Iud
Fuego
Hei
Aire
Vav
Agua
Hei
Tierra
Una antigua tradición habla también de cuatro niveles de la existencia 
física: domem (mineral), tzomeaj (vegetal), jai (animal), medaber (hablante, es decir el hombre); cuatro niveles principales del cuerpo: or (piel), basar (carne), guidim (tendones), atzamot (huesos); y cuatro tipos de fluidos del cuerpo, conocidos como los "cuatro humores". Estos se clasifican como: blanco, rojo, verde (amarillo verdoso) y negro (marrón rojizo). Ellos corresponden a los siguientes órganos:

Fluidos
Órgano
Blanco
conductos linfáticos
Rojo
sangre hígado
Verde
bilis vesícula biliar
Negro (fluidos fétidos)
bazo
Los cuatro niveles y los cuatro humores serán tratados más adelante en sus respectivos capítulos. En este punto, nos centraremos en los cuatro elementos y en su fuente oculta. La siguiente enseñanza se encuentra en el Likutey Halajot (Joshen Mishpat, Matzranut 4:1-3).

Y un río fluye del Edén para regar el Jardín; de allí se divide y se transforma en cuatro ríos principales.
Génesis 2:10

Los cuatro elementos surgen de un único elemento. Esto está aludido en el versículo, "Y un río fluye del Edén para regar el Jardín; de allí se divide y se transforma en cuatro ríos principales". Esto es, existe una única fuente que se divide en cuatro: los cuatro elementos. Este único elemento es el Tzadik, la persona recta por cuyo mérito se mantiene el mundo, como en (Proverbios 10:5) "El Tzadik es el cimiento del mundo". Él se asemeja al "ápice de la Iud," la fuente de las cuatro letras del Tetragrámaton (ver Likutey Moharán II, 67). Este elemento es llamado el iesod hapashut, el "elemento simple," pues, en su origen, todo está unido como uno y sin diferenciación.

Todo en el mundo está compuesto por cuatro elementos básicos. Cada elemento contiene trazas de los otros tres, aunque sea en una proporción microscópica. Así, domem (mineral) tiene el elemento "tierra" como su principal componente, pero es posible encontrar dentro de él trazas de "agua," "aire" y "fuego". La existencia continua del mundo se basa en la apropiada combinación e interacción de dichos elementos.

Cada elemento es radicalmente diferente en su estructura respecto de los otros, pero Dios en Su infinita sabiduría los creó de manera tal que puedan coexistir y mantener la vida en una casi infinita gama de combinaciones mientras aquello que ellos sostienen se encuentre con vida. Cuando su "vida" termina, los elementos se dispersan, creando una situación conceptualmente similar al "Mundo de la Separación" (ver también Rambam, Hiljot Iesodey HaTorá 4:3). Así, es la fuerza de vida la que une y mantiene juntos estos elementos dispares permitiendo que el hombre pueda existir. 
Esta fuerza de vida es el elemento único, el Tzadik, quien ha ascendido por sobre la materialidad de este mundo. Él actúa como un puente entre lo espiritual y lo físico y puede por tanto trasmitir vida espiritual al mundo físico.

En su fuente (que es el elemento único, el Tzadik), los cuatro elementos son en verdad uno conceptualmente, el Mundo de la Unidad compartiendo una coexistencia e interacción pacífica. 
Y aunque dejen su fuente, mientras continúen recibiendo la fuerza de vida del Tzadik, los cuatro elementos existirán en perfecta armonía. 
Sólo cuando por alguna razón los elementos son separados de su fuerza de vida, su armonía se desintegra. En este punto, comienzan la degeneración y la disfunción, que llevan a la enfermedad y al sufrimiento...

Aunque cada persona está constituida por los cuatro elementos, hay cuatro raíces principales, correspondientes a las cuatro letras del Tetragrámaton. Cada individuo tiene su raíz en una letra particular más que en las otras. Y correspondiendo a esto, se encuentra enraizado también en el elemento específico y en el rasgo de carácter que deriva de esa letra. A esto se debe la tremenda diferencia que encontramos en el temperamento de la gente. Algunos temperamentos tienen su raíz en el fuego, otros en el aire, algunos en la tierra y otros en el agua. Lo más importante es armonizar sus diferencias, pues cuando se hace hincapié en la diferencia más que en la armonía, la lucha y el conflicto se vuelven la norma y las personas se oponen unas a las otras. Esta controversia reverbera en sus elementos básicos, causando así una desarmonía Arriba. Como resultado, el mundo sufre destrucción y enfermedad.

La fuerza principal para controlar y armonizar estas diferencias se encuentra en el elemento único, en el Tzadik. Él sabe cómo establecer el equilibrio apropiado entre los diferentes elementos de su dominio. Esto trae armonía y paz a cada individuo y a la humanidad en su totalidad. Este es el nivel del Pacto de Paz otorgado a Pinjas. Habiendo alcanzado este nivel, Pinjas nunca murió, sino que, en su encarnación como el profeta Elías, ascendió al cielo en una carroza de fuego (Likutey Halajot, Matzranut 4:1-3).

El Tzadik es aquél que ha trascendido el "Mundo de la Separación" (correspondiente al Arbol del Conocimiento del Bien y del Mal) y se ha conectado al "Mundo de la Unidad" (el Arbol de Vida). Habiendo armonizado sus elementos, se ha vuelto el elemento único que unifica a todos los demás.

Como vimos más arriba (Capítulo 1), el cuerpo humano refleja la Torá con sus 248 mitzvot (mandamientos) positivas y las 365 mitzvot negativas. El conocimiento sinergético ("el todo es más grande que la suma de las partes") de toda la Torá que tiene el Tzadik, lo une al mismo tiempo a todas las mitzvot. Conectado con la unidad, percibe todas las mitzvot como un sistema único y unificado. Él es capaz de ver cómo cada mitzvá individual contiene en una unidad todas las otras mitzvot. De la misma manera, une y armoniza su alma con los 248 miembros y los 365 conductos de su cuerpo. Él es entonces capaz de actuar como el elemento único para todos aquéllos que se encuentran por debajo de su nivel.

En todas las enseñanzas del Rebe Najmán es axiomático el que cada uno puede llegar a ser un Tzadik en el nivel que le corresponde. En la medida en que una persona se desarrolla espiritualmente y alcanza dominio sobre su cuerpo sus cuatro elementos puede merecer el título de Tzadik en ese nivel. Esto se aplica incluso a aquél que se encuentra en un nivel espiritual relativamente bajo. Todos, sean cuales fueren los niveles en los cuales se encuentren, tienen el poder de armonizar los cuatro elementos dentro de sí mismos. Pueden alcanzar un "Pacto de Paz" y una total armonía entre su cuerpo y su alma.
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publicado por kabalah a las 12:03 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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