La posibilidad de bailar junto con la esencia , trastocar lo cotidiano para volver a modificarlo nos permite conectarnos con nuestros propios cambios, con nuestro propio y constante movimiento y abordaje a situaciones únicas que nos sorprenden cuando somos capaces de vivir atentos.
Si, “atentos”.palabra clave que nos lleva a indagar en el espíritu que nos transmite, al movilizarnos hacia el despertar a una nueva consciencia hacia un nuevo estado de nuestro ser en donde vibramos con el incesante movimiento universal, dándonos cuenta que siempre estamos en la Danza Suprema.
¿Cómo es la danza?
¿Hay alguna coreografía delineada?
¿Con qué música danzamos?
Seguramente se trata de una danza tanto individual como colectiva. Y cuando sucede esto, aquellos que entramos en el baile necesitamos aprehender a movernos en nuestra propia soledad. Equilibrio, movimiento, ambas cosas a la vez, saltos, quietud absoluta, coordinación con la música.
No es sencillo, pero la llama de las luces de este o cualquier shabat viernes por la noche , tal vez, me muestren como hacerlo, pues si las miro y permanezco aunque sea un instante en ese estado de observador, vea que me están enseñando a danzar. Se mueven flameantes, esplendorosas, con gracia y flexibilidad, van de un lado al otro se unifican con el cosmos seguras de su rol en el mundo: iluminar, brillas, ser luz.
Son dos luces. Y juntas se transforman en un símbolo, dejando de ser cada una para devenir en una nueva unidad, pero siempre mantienen la riqueza de su individualidad.
Estoy en el medio de la contemplación, de la meditación y siento que entre las luces del Shabat y yo no hay mucha diferencia.
Estoy habitando este momento y me doy cuenta que otros seres están haciendo algo parecido a lo que yo hago, pero cada uno tiene un rol determinado, una ubicación, su propio movimiento, su propia luz. Pero la música es la misma para todos y al mismo tiempo cada uno escucha lo que puede escuchar.
Entonces necesitamos de un gran trabajo, de un gran esfuerzo para movernos en grupo, para brillas al unísono. Necesitamos una consigna que nos permita entrar y salir, correr y aquietarnos, ir al suelo y volar hacia el cielo.
A veces lo hago solo pero otras me tomo de la mano con alguien y lo tenemos que hacer juntos. Otras veces somos tres, cuatro, cinco, cien, mil… y otra vez estoy solo en la danza y espero el momento en donde la coreografía me marca el próximo paso.
Hay un plan que marca intenciones, hay una música que nos lleva por una senda infinita, hay un Director que coordina y demarca., Pero solamente yo, desde mi entusiasmo, compromiso, alegría, éxtasis, puedo danzar y brillar iluminándome e iluminando a mi alrededor.
A todos los integrantes de esta danza nos pasa lo mismo. Entonces, mas allá de todo lo que hay demarcado, la danza depende de mi, de vos, de el, de ella, de todos los que hoy estamos tratando de ser Luz en esta coreografía infinita del Eterno del Ein sof.Espero algundia bailarla con tigo.
Maestro Tzvi ben Abba Shaul.