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kabalah Tzvi ben Abba Shaul
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18 de Junio, 2010 · General

KABALAH LA BACA ROJA

  1. Pregunata al maestro Tzvi ben Abba Shaul sobre la Para aduma la baca roja Respuesta .Sólo citaremos escasos fragmentos de lo mucho que los distintos sabios y kabalistas  afirmaron. Rabí Yosef Bejor Shor, uno de los Tosafistas, trata de explicar este precepto por medio de un método absolutamente racional: La Torá impuso con mucho rigor "tumah" (=impureza) al cadáver humano, en mayor medida que a las otras cosas impuras - con virtiéndola en la principal fuente de la impureza, capaz de trans mitirla a seres humanos, utensilios y también a la morada - con el propósito de alejar a los hombres de un contacto abusivo con los cadáveres ya sea por sentimientos de cariño o dolor desme surados, ya sea con fines de adivinación y espiritismo. Estas pre scripciones (de la impureza del cadáver humano) tienen también como fin el que se respete a la criatura humana y no se haga uso de su piel o de sus huesos para convertirlos en utensilios, alfombras o alforjas, tal como se hace con la piel y los huesos de los animales; ésto sería una aberración del honor humano. Así afirmaron nuestros Sabios (Tratado Julín 122a) : "¿Por qué se impuso impureza a la piel humana? Para que el hombre no utilice para la confección de alfombras la piel de su padre y madre; el grado de impureza está en función de lo amado", (cuanto más amado, mayor grado de impureza). Lo mismo ocurre con el procedimiento de purificación, que la Torá aplicó toda la severidad y rigor al exigir la ceniza de una vaca roja, que es muy cara.
  2. Rabí Yojanán ben Zacay una explicación que nos ha de ser muy aleccionadora. Sus palabras se repiten en Pesikta (14), Tanjuma y Bamidbar Rabá:
  3. Preguntó un pagano a Rabán Yojanán ben Zacay: "¡Estos actos que vosotros efectuáis (con la vaca roja) parecen obra de hechi cería! Traéis una vaca, la quemáis, la reducid a polvo, luego tomáis ese polvo y cuando alguno de los vuestros queda impuro salpicáis sobre él dos o tres gotas y le decís: ¡eres puro!"
  4. Contestóle Rabí Yojanán ben Zacay: "¿Nunca ha penetrado en ti el espíritu maligno?" "No" - le respondió.
  5. Volvió a inquirirle: - "¿Has visto algún hombre en quien haya entrado el espíritu maligno?" "Sí" - fue la respuesta.
  6. "Pues ¿qué le hacéis?" -- siguió preguntando. Contestóle: - "Traemos raíces que fumigamos delante de él, echamos agua y el espíritu huye".
  7. Díjole entonces Rabí Yojanán: "Escuchen tus oídos lo que tu boca dice. De la misma forma, este espíritu que es impuro ... al derramar delante de él el líquido de la purificación, huye. Cuando se retiró el pagano, le dijeron sus discípulos: - "Rabí, a él le has refutado rechazándolo con una paja (argumento frágil) mas, ¿qué nos respondes a nosotros?"
  8. Díjoles: "Por vuestra vida, ni el cadáver impurifica, ni las aguas purifican, sólo que el Señor ha dicho: Un estatuto he estatuido, un decreto he decretado, no debéis transgredirlo".
  9. El pagano necesitaba una explicación "racional": una especie de enfermedad que la Torá denomina "tumáh" y para la cual las cenizas son el remedio. Mas, ante sus alumnos, que estudia ban la Torá y aceptaban su autoridad, podía decir la verdad. La "tumáh" no se halla en la naturaleza, ni en el cadáver, ni en la persona que lo toca. No es una fuerza demoníaca o dañina con creta que emana de la esencia del muerto; tampoco las cenizas del animal o las aguas de la purificación son algo que por natu raleza pueden purificar, ni su materia contiene dones purifica dores. Sólo el precepto divino, y sólo él es el que determina la impureza del cadáver humano y el poder purificador de las cenizas, ya que son los preceptos los que purifican al hombre.

  10. Ojalá no nos hallemos entre aquellos que buscan motivos ra cionales sobre asuntos que la razón no tiene vigencia, y sí entre  los discípulos de Rabán Yojanán ben Zacay que aceptan la au toridad de los "jukim" (=estatutos divinos incomprensibles) al igual que todos los otros preceptos.este presepto de la baca roja para aduma  mitzvá era incomprensible. “Y Dios dio a Shlomó Salomon muchísima sabiduría y entendimiento y amplitud como la arena que está a la orilla del mar” (I Melajim 5:9). Sin embargo el mismo Rey reconoce: “Yo pensé que alcanzaria sabiduría, pero ella (el entendimiento de la mitzvá de pará aduma´) está lejos de mi” (Kohelet 7:23).

  11. la pregunta de Moshé:“Si alguien se volvió impuro por contacto con una cadáver, debe ser salpicado con una mezcla  especial de agua y cenizas de una vaca roja”HaShem mismo entonces, nos instruyó acerca de las leyes de la Pará Adumá. Esta Vaca  Bermeja, se adquiría por medio de las donaciones que cada año, todo judío debía hacer de medio Shekel, de tal forma que finalmente, la vaca era adquirida de los fondos del Beit Hamikdash. Debía además tener al menos tres años, es decir, madura ya para ser apta para  ser pasible de tener cría. Debía ser obviamente absolutamente roja, aún si tuviese dos pelos de otro color la invalidarían para el sacrificio. Finalmente dijo Hashem que tampoco era apta si alguna vez fue puesto yugo sobre ella aun si no realizó dicha labor.

    El Midrash nos enseña que hasta nuestros días, nueve Parot Adumot fueron sacrificadas.  La primera de ellas la preparó Eleazar ben Aarón el segundo día de Nisán del año 2.449. Una segunda fue sacrificada bajo la supervisión de Ezrá. Una tercera y cuarta Parot Adumot fueron quemadas en tiempos de Simón Ha Tzadik, dos más en el tiempo de Iojanán Cohén Gadol. Finalmente, desde entonces hasta la destucción del Segundo Beit Hamikdash tres Parot Adumot adicionales fueron quemadas. La décima Pará Adumá será preparada  por el Mashiaj Ben David.(Mishná Pará 3,5 Bamidbar Rabá 19,4 TZ) La experiencia mortal está repleta de racionalización. La naturaleza humana ansía explicar y comprender. Hay, sin embargo, un aspecto ineludible de la vida que vaga más allá del umbral de lo explicable. Es el enigma de la mortalidad humana.

    ¿Será verdad que no hay ateos en situaciones de peligro? Aun si dudamos de la exactitud de este axioma, de todos modos, incluso el más duro de los cínicos al enfrentarse con la muerte se siente impulsado a filosofar. ¿Cuál es el significado de todo esto? ¿Por qué la vida en este mundo debe llegar a su fin? ¿Qué propósito tiene? Y una persona honesta se ve obligada a confesar que no tiene respuestas. La capacidad humana para razonar colapsa. El sistema se derrumba.

    La muerte no fue incluida en el manual original de instrucciones. Adam fue creado para vivir por siempre. Su pecado fue su derrumbe. Ahora bien, para librarse de toda la contaminación de su trasgresión, él necesitaba experimentar la muerte. Tenía que morir para vivir.

    Durante la entrega de la Torá y su kabalah en el Monte Sinai, los hebreos revirtieron el mal de la mortalidad. La muerte se volvió innecesaria. El Ángel de la Muerte fue vencido.

    Luego vino el becerro de oro. Esta iniquidad nacional fue tan intensa que cortó su cordón umbilical. La impureza inherente fue insufrible. La inevitabilidad de la muerte una vez más se tornó en una realidad para el pueblo hebreo.

    La Pará Adumá, la madre virtual del becerro de oro, es convocada para limpiar el desastre hecho por su hijo (Rashi, Bamidbar 19:22). La mitzvá de la Pará Adumá está diseñada para limpiar  de la impureza de la muerte. Así como no podemos entender la muerte, del mismo modo su rectificación se halla más allá de nuestra capacidad de comprensión.

    Es verdad, no podemos completamente entenderlo. Pero la vida no termina ahí. Pues es a partir de la muerte que la vida surge nuevamente. Es como un grano de trigo que enterramos, fortificado con la fe de engendrar futura vida. Precisamente cuando la semilla comienza a descomponerse, cuando está a punto de sucumbir a la desesperación de la destrucción, un pequeñísimo brote sumamente delicado y verde surge a través de la dura cubierta que solía ser impermeable, apuntando hacia el cielo. Este brote es el futuro. Es la vida misma.

    Hemos experimentado muchas muertes en el pasado año. El terrorismo se expande salvajemente y las naciones del mundo se unen para condenar a los judíos y a su estado. ¿Qué es todo esto? ¿Cuál es el propósito? ¿A dónde conduce? No podemos verdaderamente entenderlo.

    Pero hay algo con lo que podemos descansar seguros segun la kabalah practica y teorica . No estamos solos. Las cenizas de la vaca colorada nos purificarán de la terrible contaminación de la muerte. Nos restaurarán a una vida eterna. Pues es a partir de la muerte que nace la vida


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publicado por kabalah a las 09:56 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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El idioma de la kabalah es universal: sólo se necesita amor y sensibilidad para entenderlo y hablarlo.maestro Tzvi ben Abba Shaul-

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