Por todo lo cual, un ser racional debe considerarse a sí mismo como inteligencia (esto es, no por la parte de sus potencias inferiores) y como perteneciente, no al mundo sensible, sino al inteligible; por lo tanto, tiene dos puntos de vista desde los cuales puede considerarse a sí mismo y conocer leyes del uso de sus fuerzas y, por consiguiente, de todas sus acciones: el primero, en cuanto que pertenece al mundo sensible, bajo leyes naturales (heteronomía), y el segundo, como perteneciente al mundo inteligible, bajo leyes que, independientes de la naturaleza, no son empíricas, sino que se fundan solamente en la razón.
Como ser racional y, por tanto, perteneciente al mundo inteligible, no puede el hombre pensar nunca la causalidad de su propia voluntad sino bajo la idea de la libertad, pues la independencia de las causas determinantes del mundo sensible (independencia que la razón tiene siempre que atribuirse) es libertad. Con la idea de la libertad hállase, empero, inseparablemente unido el concepto de autonomía, y con éste el principio universal de la moralidad, que sirve de fundamento a la idea de todas las acciones de seresracionales, del mismo modo que la ley natural sirve de fundamento a todos los fenómenos .Hasta aquí, no hay polémica. La raíz del problema está en un nivel mucho más fundamental. Involucra a aquellos sucesos o seres para los cuales, según la Torá, no hay precedente, tal como la Creación y el Creador. Para decirlo de otra manera, la controversia no es sobre la naturaleza, sino más bien sobre la naturaleza de la naturaleza.
Incluso aquellos que son capaces de ignorar al Creador abogando que El no existe, se ven atrapados por el problema de cómo y por qué el universo (incluidos ellos mismos) ha cobrado existencia. Aunque hay una amplia variedad de enfoques sobre el tema, todos comparten la suposición subyacente común de algo a partir de algo. Así, dado que el universo actualmente consiste de un extenso número de entidades con medibles propiedades físicas organizadas de una manera única, su fuente más primaria debe estar, asimismo, de alguna manera, ligada a dimensiones y características físicas. La apariencia presente de cualquier aspecto particular de la Creación es el producto de una historia, o de una cadena evolutiva de sucesos que progresivamente moldearon un algo previo en un algo contemporáneo. Por ejemplo, los animales --incluyendo a los humanos-- están hechos a partir de elementos químicos. Resulta, entonces, por el principio de algo a partir de algo, que los orígenes de toda especie animal deberían ser más simples, una colección menos procesada de elementos químicos que en el curso del tiempo, y en respuesta a eventos naturales, se desarrolló de un modo gradual, secuencial, hasta llegar a lo que son en este momento. No importa si los cambios que constituyen los pasos de la cadena ocurrieron individualmente o en paquetes. El principio rector de algo a partir de algo es el mismo. De hecho, hay tantas variantes del tema de algo a partir de algo como disciplinas científicas y filosóficas.